Este blog foi montado com o intuito de retratar experiências de professores de SwáSthya Yôga que dedicam suas vidas a praticar, ensinar e difundir esta fantástica filosofia de vida.



quarta-feira, 13 de agosto de 2008

Conciencia y medio ambiente



La relación entre el Yôga Antiguo y el cuidado del entorno de quien practica viene de larga data. Para un yôgin, el espacio donde vive es casi como una extensión de su propio cuerpo. Veamos cómo se establece ese vínculo.

El SwáSthya Yôga (codificación contemporánea del Yôga Antiguo) tiene la propuesta de expandir la conciencia. Se comienza por el cuerpo, pasando por las emociones y las relaciones interpersonales, hasta llegar al lugar donde vivimos. El proceso va desde lo más próximo y tangible a lo más amplio y distante. En cuanto al ambiente, comienza en el lugar donde se trabaja y se vive, hasta abarcar el mundo entero que, en un sentido amplio, es también nuestro hábitat.

Desde este punto de vista, estar atentos al impacto de nuestras acciones sobre el espacio que nos rodea es una forma de ganar conciencia y por lo tanto, una manera de evolucionar.

Conciencia, responsabilidad y compromiso

Al ser conscientes sobre un asunto determinado, descubrimos que de la mano de ese conocimiento llega la responsabilidad de actuar según nuestros principios. En relación con nuestro espacio vital, a pequeña escala cuidamos de nuestro lugar de trabajo y de nuestra casa. Y a una escala mayor tenemos en cuenta el impacto de nuestras acciones sobre el delicado equilibro ecológico del planeta.

Se trata de de una responsabilidad para con nosotros mismos. Reducir el impacto de nuestras acciones sobre el entorno puede equipararse a cuidar del propio cuerpo: es una cuestión de hábitos.

Pero… ¿qué puedo hacer yo?

Cambio climático, calentamiento global, efecto invernadero, escasez de agua potable… los trastornos que el desarrollo humano ha provocado sobre la tierra son muchos. Algunos están en un grado muy avanzado y eso produce cierta impotencia, la sensación de que una sola persona no puede hacer mucho para revertirlo.

Pero no es tan así. Cada uno de nosotros tiene en sus manos el poder de cambiar algo para mejor, y de enseñar con el ejemplo a quienes lo rodean.

Por otro lado, las instituciones (que muchas veces parecen tener un poder de acción mayor) están formadas por personas. Si varios individuos se ponen de acuerdo, pequeños cambios pueden sumarse para producir uno más significativo. Sólo para ejemplificar, la institución donde yo enseño, Uni-Yôga Argentina, entre otras acciones ha decidido utilizar en sus escuelas sólo lámparas de bajo consumo, contribuyendo así al ahorro de energía.

Es una reacción en cadena: si alguien da el primer paso, otros van a seguirlo. Así, cada persona tiene en sí el germen de un cambio posible.
 


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