Este blog foi montado com o intuito de retratar experiências de professores de SwáSthya Yôga que dedicam suas vidas a praticar, ensinar e difundir esta fantástica filosofia de vida.



sexta-feira, 11 de junho de 2010

OS LIMITES DA SABEDORIA



Antes de iniciarmos essa reflexão vamos esclarecer alguns pontos. Há grandes diferenças entre o que o Ocidente e o outro lado do mundo entende por sabedoria. Do lado de cá, a sabedoria está normalmente atrelada à capacidade de associações, ao movimento mental e a algo estritamente especulativo. Desde o jardim de infância nos ensinam que devemos sempre pensar, refletir e que isso é realmente essencial. Entretanto, esta atitude que nos foi imposta pode tornar-se limitadora à percepção mais profunda do mundo. Se pensarmos em termos de inteligiencia emocional, a satisfação dos desejos também é limitante e muitas vezes têm um grande fundo de condicionamento. Cito o escritor brasileiro, DeRose “há duas formas de comprovarmos a inutilidade dos prazeres: a primeira é renunciando a eles; a segunda, gozando-os.” A satisfação dos sentidos realmente traz uma realização, mas passageira e que termina assim que as sensações reduzem sua intensidade. Se nos detivermos nisto estaremos eternamente correndo atrás de algo que venha de fora para dentro e não chegaremos ao ponto de gerarmos a felicidade como um estado de consciência, algo que independa das situações externas. Esse tipo de sensação é um estado de inabalável bem-estar.

Para os orientais o único conhecimento que interessa é aquele que nos proporcione autoconhecimento. Para eles, o que importa de conhecimento é aquilo que nos conduza à felicidade permanente e à descoberta daquilo que realmente somos.

Para continuar sua leitura, clique no link abaixo.
Assim Falou De Nardi.




Durante una pausa



Sucede, en algún momento, que la mochila se amalgama a nuestra espalda. Todos los que tienen el hábito de caminar por la montaña sintieron ese amor-odio por su propia mochila. Cuando la relación está en su apogeo y preferimos mantenerla puesta todo el tiempo, podemos usar las pausas (destinadas a tomar agua, sacar una foto, recuperar el aliento) para dar un descanso a las piernas aprovechando el peso que llevamos en la espalda.

En el Yôga Antiguo trabajamos con la musculatura en frío (o sea: sin repetición y consecuente calentamiento de la musculatura). Por eso, el siguiente ejercicio, que pertenece a la familia de los ásanas (así se llaman las técnicas corporales) debe realizarse sólo una vez y permanecer en él el máximo de tiempo que el confort permita.

Sentarse, extender la columna tanto como sea posible y luego dejarla caer hacia delante sin hacer fuerza por bajar (lo mejor es que el cuerpo se adapte de a poco a la posición). La fuerza de gravedad ayudará a aproximar el pecho a las rodillas y las piernas se mantendrán siempre extendidas. Con cada exhalación, relajar el cuerpo aún más y sentir que la musculatura de las piernas se elonga y en consecuencia descansa, por algunos minutos, del esfuerzo de la caminata.

Regla de seguridad: esforzarse sin forzar nos recomienda una de las reglas generales de ejecución de esta filosofía milenaria. Si la posición no resulta confortable, es mejor no permanecer por mucho tiempo. Una sugerencia es hacer exactamente lo mismo pero retirando antes la mochila.

Foto: Miguel Sampedro