Este blog foi montado com o intuito de retratar experiências de professores de SwáSthya Yôga que dedicam suas vidas a praticar, ensinar e difundir esta fantástica filosofia de vida.



domingo, 7 de dezembro de 2008

La cuna del Yôga




Foto: flickr, subida originalmente por Khalid Bin Ismail



¿Dónde y cómo nació el Yôga?

Las evidencias arqueológicas demuestran que el Yôga nació hace más de 5.000 años, en el entonces fértil valle del Indo (un territorio hoy compartido por la India y Pakistán) donde habitaba un pueblo de características particulares. Aquella civilización, que se conoce como harappiana, era matriarcal, sensorial y no restrictiva. Esas cualidades fueron adquiridas por el Yôga original y auténtico, y son preservadas por el SwáSthya, que es su sistematización contemporánea.

Citando al Maestro Sérgio Santos, en su libro Yôga, Sámkhya y Tantra, “El Yôga nació en la India, hace más de 5.000 años. Durante esos milenios fue siendo practicado e interpretado en el seno de diferentes culturas que lo moldearon según sus valores y conveniencias. Lo que en los orígenes era sólo un conjunto de técnicas, con el pasar de la historia fue dispersándose hasta la desintegración, fragmentándose en las centenas de tipos de Yôga que existen actualmente.”

Aquella civilización estaba principalmente conformada por la etnia dravídica, que aún existe en la actualidad, localizada al sur de la India y en Sri Lanka. Los drávidas son de baja estatura, de piel muy morena y cabellos oscuros.

Algunas esculturas y sellos hallados en la ciudad de Mohenjo-Daro (uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de esta cultura) muestran imágenes relevantes: por ejemplo, la de un hombre sentado en una posición yôgi, al que luego encontramos dentro de la mitología hindú con el nombre de Shiva, y es considerado el primer maestro de Yôga. También se hallaron placas de arcilla que retratan y valorizan el sexo femenino, símbolo de la fertilidad de la tierra.

Los vestigios de aquel pueblo esencialmente agrícola remiten una y otra vez a la veneración de la naturaleza, en una cultura que consideraba a la mujer como una diosa, por lo que se deduce que el Yôga original existió dentro de un contexto matriarcal, no restrictivo y, por ende, que valorizaba la sensorialidad.

Un hallazgo sorprendente sobre la civilización del valle del Indo es que sus ciudades carecen de edificios o construcciones dedicadas a una religión institucionalizada. En cambio, fueron asombrosos sus avances en arquitectura, medicina (se hacían, por ejemplo, cirugías faciales con implantes), matemática (está comprobado que usaban el sistema decimal) y saneamiento urbano (cada casa tenía un baño de buena calidad e instalaciones sanitarias domésticas). Sólo dos mil años después, la civilización romana alcanzó un nivel comparable en arquitectura urbana. En relación con el Yôga antiguo, podemos entonces inferir que su carácter naturalista y técnico fue incorporado desde el origen.

¿Qué sucedió con esta gran civilización? Y… ¿por qué el Yôga se deformó tanto a través del tiempo? En un próximo post hablaremos de esto y de cómo llegó a ser incorporado al hinduismo y rescatado del olvido.

Bibliografía consultada: Yôga, Sámkhya y Tantra, de Sérgio Santos.


Natalia Sanmartín Gil


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